CONFLICTOS

28.05.2020

UN RELATO DE ESTELA ANDREU

Como me gustaba sentarme en ese banco, la verdad es que no sabría decir porqué, tal vez por costumbre. Era el banco que había visto desde que era una cría, justo al lado del portal de mi casa. Me gustaba sentarme en él al atardecer con un buen libro o, simplemente, sentarme sin más. Cuando mis padres me dijeron que recibieron una circular del ayuntamiento por la cual la plaza donde vivimos iba a sufrir unos cambios me lo tomé bien, hasta que hablaron de cambios en el mobiliario urbano. No me entendía a mí misma, pensaba que no era tan sentimental, y menos con un maldito banco de madera que el pobre no queráis saber cómo estaba.


-Hola, ¿puedo sentarme, Sandra?- Esa soy yo, y quién me lo está pidiendo es mi vecina Marga- "¿Qué quiere que le diga?"

-Sí, claro, por supuesto. ¿Todo bien?-Le pregunté, por ser educada más que nada.

-De aquella manera hija, no me quejo. Esta artrosis que me está matando y encima esta humedad que no ayuda. Pero ahora mismo mi mayor problema no es ese. Tú conoces a mi hija Rita, ¿verdad?, la que vive en la capital.

-Me suena. ¿Es la que tiene el marido neurólogo no?

-No, esa es Patricia. Rita es la que está casada con...Bah, qué más dará con quién esté casada. El problema no es ese. Te lo juro, tenemos un conflicto serio, pero serio.

Me vino a la mente que poco me importaba a mí el "conflicto" que pudiera tener esa santa señora, su hija o toda su descendencia. Bastante tenía yo con "mis conflictos". Tenía que lidiar con unos compañeros de trabajo de agárrate que vienen curvas y con unos superiores de agárrate y no te menees, amén de tener que torear con otras cosas que la vida nos pone por delante. Mientras meditaba si preguntar a qué dilema se refería me fijé en dos niñas que calculé tendrían la edad de mi sobrina, unos cuatro años, las cuales estaban en la escalera del tobogán batiéndose en duelo para ver cuál de las dos se deslizaba primero. Madre mía, pensé, ojalá todos los conflictos de la vida fueran solo eso. Pero luego, claro, una se pone a pensar y...para unas niñas de cuatro años el deslizarse antes o después por un tobogán puede ser el mayor de los conflictos. Venga, me dije, ¿por quién apuesto? La de la faldita se la ve decidida. Sí, creo que iré a favor de ella. Aunque claro, la de las bermudas la veo dar unos arañazos que no queda atrás. Mi vecina me mira, mira a las niñas y me dice.

-Esto acabará mal si alguien no las para y no voy a ser yo. No son mi responsabilidad, bastante tengo con mis nietos. ¿Pero dónde están sus padres? Esta juventud de hoy día, de verdad que me saca de quicio.

-No generalice mujer.

-Sí, llevas razón. Bueno, como viene un poco al hilo, permíteme por favor que me desahogue y te cuente. Pues resulta que los hijos de mi Rita el año que viene tienen edad de hacer ya la Primera Comunión. Bien, a decir verdad solo la niña, de ahí el problema, al niño le faltaría un año. Mi hija y mi yerno quieren aprovechar y que la hagan los dos juntos, al menos eso es lo que pedirán al párroco.

-Imagino que para que sea más práctico y economizar gastos-pregunté sin preguntar.

-Has dado en el clavo. Pero, ¿a ti no te parece que es quitarles protagonismo? Sobre todo a la nena. Ya sabes lo dadas que son de lucir vestido y todo eso.

-¿Habla de las niñas en general o de su nieta en particular?- En ese momento me di cuenta que el conflicto no venía de los niños, sino de los mayores, como pasa siempre claro. - ¿Y ellos que dicen?

-¿Qué van a decir? Solo son unos críos.

-Tal vez ahí está el problema. Pienso que si cuando somos niños nos dieran más manga ancha para intentar solventar nuestro problemas quizás, solo quizás, cuando llegamos a la edad adulta nuestra capacidad para resolver trances podría ser más, no se...Vamos, que nos lo ponen todo en bandeja y luego pretendemos que siempre sea así. Mire sino esas niñas que se estaban peleando antes en el tobogán, yo no lo veía tanto drama el que nadie parara la discusión. Total, no ha llegado la sangre al río. ¿Recuerda cuando usted era niña?

-Eran otros tiempos, no compares.

-Sí, puede, pero en algunas cosas los tiempos eran, son, y serán los mismos siempre. Créame, esos niños, les guste o no, ya tienen la mentalidad suficiente como para saber qué quieren. Si van a hacer la comunión, ¿siete u ocho verdad?

-Ocho Mónica y seis y medio Adrián, siete el año que viene. Bien, siento haberte molestado. La verdad es que me he quedado igual que antes.

Me quedé, como se dice, de piedra. ¿Qué pretendía que le dijera? Ah, vale, mi planteamiento no le gustó. Pero en mi opinión no va tan alejada de la realidad, ¿no creen? ¿Les dejaron pensar a nuestros políticos en su infancia? Vale, sí, mejor vamos a dejarlo. Si lo que pretendes es buscar la respuesta que quieres escuchar no preguntes, pensé.

-Siento haberla decepcionado. - No, en realidad no lo sentía. ¿Por qué había dicho eso?- Ahora, si me disculpa, se me ha hecho tarde. Cuídese.

Cuando llegué a mi casa, me hice unas tostadas con queso y sobrasada y me repantingué en el sofá en busca y captura de alguna película que me ayudara a no pensar. ¡Anda mira! ¡Otro conflicto! Desde luego, se podía decir que entre lo de mi vecina, las niñas tobogán, lo mío en el curro, ahora esto, hoy el día quedará para la posteridad como "el día conflicto".

Mientras meditaba si ver una basada en hechos reales o ver una cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia llegó mi madre de trabajar.

-¿Qué tal el día hija? Me pongo cómoda y me siento contigo a ver la película, ¿preparo palomitas?

-¿Ya has cenado?

-Sí, he comido algo en casa de Flora. Por cierto te manda recuerdos. Pues eso, ¿qué tal todo?

A modo de resumen le conté a mi madre como se había desarrollado la jornada que, la verdad, no difería mucho de otra jornada distinta salvo que no todos los días me encontraba niñas en un tobogán, ni todos los días me enteraba que los nietos de mi vecina iban a hacer la primera comunión.

-Mira hija -me dijo, sentándose a mi lado y colocando el bol de palomitas entre las dos-,¿no crees tú que el mayor de los conflictos sería no tener conflictos?

FIN